Valdivia 0-1 Azuaga
Es difícil describir lo vivido en Valdivia con palabras. Tantas emociones inexpresables, tantas lágrimas de alegría, tantos abrazos... Desde esta crónica queremos acercaros mínimamente a lo que vivimos ayer, para que seais partícipes de nuestra alegría, la alegría porque nuestro club volverá a pasear el nombre de nuestro pueblo por la élite del fútbol extremeño.
Domingos. Benditos domingos. Qué cúmulo de sensaciones nos dan. El nuestro comenzaba muy pronto. Desde bien temprano nos reuníamos en nuestro local, y los 'cocinitas' se ponían manos a la obra mientras el resto mezclaban música y alcohol con quién sabe qué sustancias. Sobre las cuatro de la tarde, y con las neveras bien llenas, partíamos hacia Valdivia. Viaje corto, poco más de una hora, pero tiempo suficiente para 'ponernos a tono' y comenzar con los cánticos, risas y demas parafernalia típica de una previa de esta magnitud.
Una vez dentro del campo, comprobamos que nuestra ubicación no iba a ser la idónea para una animación en condiciones, sin grada y con el aire en contra, pero eso solo nos dio un motivo más para dejarnos la garganta.
Los minutos pasaban y el partido se ponía cada vez más difícil. La segunda parte impulsó a los locales, que a punto estuvieron de marcar en varias ocasiones. Ya entrado el descuento, y cuando todos esperábamos la prórroga, llegó Copito. El control no fue bueno, pero lo compensó con una definición de 'crack', un gol a la altura del momento, el de la vuelta a Tercera. La locura desató un amago de invasión de campo que se concretó minutos después, con el pitido final. Ya estaba hecho. Estabamos en Tercera.
Las imágenes superiores dan cuenta del descontrol existente desde que marcamos el gol (91') hasta que acabó el partido (96'). Tras la celebración sobre el césped con toda la plantilla, y ya un poco más calmados y asimilando lo que habíamos conseguido, recogíamos el 'tinglao', foto de los más de 50 desplazados y para casa. Había que dar un recibimiento a la altura de la circunstancia, y así lo hicimos. Convertimos la llegada de los jugadores al estadio de Azuaga en un infierno, el infierno que el domingo 9 de junio abandonábamos. Porque 16 años sin jugar en Tercera, pesaban mucho. La celebración con los jugadores se alargó hasta altas horas de la madrugada. Merecieron la pena las ojeras al día siguiente en universidad, instituto o en el curro. Gracias a todos los que nos han devuelto a la élite de nuestro fútbol. Gracias, a todos, gracias!
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